viernes, enero 21, 2005

Ayer

Ayer llamaban a la puerta y yo, desde la cama, dejaba que los golpes se perdieran en el eco del patio interior. Tapado con una sábana y desnudo cerré los ojos y apreté los puños. Durante unos segundos el techo desconchado en muchos puntos quedó todavía en mi retina, verde y gris por partes, con manchas de humedad. Y después, de repente, todo negro.
Me asomaba al balcón de una vieja edificación colonial sobre alguna selva espesa, densa como si hubiera sido tejida para guardar del frío una tierra desnuda y viva, palpitante, en extremo sensible a las idas y venidas del cielo injusto. La luz del sol de mediodía se envolvía en una bruma verdosa al llegar a las copas de los árboles y se perdía en la inmensidad del paisaje. En el horizonte, la luz se azulaba recortada por los perfiles de la montañas. De vez en cuando, un pájaro colorido, a veces verde, a veces rojo y amarillo, surgía de entre la espesura y volaba unos cientos de metros a poca altura y graznaba. Pocos segundos después, volvía a sumergirse en el verdor.
El balcón de roca blanca brillaba intensamente el mediodía, envolviéndome. A sus extremos dos columnas talladas con figuras humanas en danza, abrazadas o cogidas de la mano siguiendo los compases de alguna incomprensible música pétrea. Mi desnudo ridículo envuelto en luz blanca y enfrentado a la inmensidad del cuerpo que el mundo contiene.
Ayer abrí los ojos y las manchas de humedad seguían allí, el que llamaba se había ido y yo me pregunté qué hora sería. El recuerdo de mi sueño volvía intermitentemente y me pinchaba el corazón. Lo encogía. Volví a cerrar los ojos, y a cada pinchazo un haz de luz roja cruzaba el espacio en negro entre mis párpados y mi pupila. Volví a dormirme. Serían sobre las seis de la tarde.

2 comentarios:

J.M. Costa dijo...

Sigue soñando así y cuentanoslo.

Un abrazo

Gurb dijo...

vaya poder de localizacion, stuchito, tu si que eres un crack!!!
sigue el relato, esta muy bien, tio, me ha recordado un poco, y salvando las distancias con jean baptiste greemouille, de "el perfume" , cuando esta en la cueva y no se consigue oler a si mismo...
un abrazo, wey