viernes, noviembre 04, 2005


Expo Santiago Gutierrez en Albricias 2005

Astraco en Albricias 2005

Albricias 2005

viernes, agosto 05, 2005

El lenguaje es

El lenguaje es, evidentemente, el enemigo del hombre. El Enemigo; el primero y más terrible, el más rastrero y vil y traicionero y lleno de odio. El que no perdona y nunca está saciado. El que saquea los pueblos y no hace prisioneros.

Darse cuenta de ello es dar un paso hacia el abismo, sí, pero también apartarse un paso de esa llanura árida y vacía que es la ignorante rutina de los conformes.

Ahí queda eso.

jueves, julio 28, 2005

Imaginaba

Imaginaba en un recuerdo. O era un sueño. Imaginaba la amable curva que la silueta de sus dedos dibujaba a través de sus párpados cerrados cuando le acariciaba los ojos y él simulaba estar dormido en esas mañanas en las que ninguno de los dos se levantaba temprano y los jefes llamaban preocupados porque no habían aparecido por la oficina y sonreía ante semejante mentirijilla y él sabía que ella sabía que él no estaba dormido.

domingo, julio 10, 2005

Historia de amor

Un día, Salvador, solo, escuchando música, adivinó que una era la mujer de verdad, la original, de la que todas las otras procedían. Vulgares imitaciones, copias de un modelo al que poco faltaba para clavar sus raíces en la profundidad de lo divino. Eran siluetas en papel carbón de sus caricias. Eran agujeros donde sus ojos habían mirado alguna vez, hacía ya mucho tiempo. Eran huellas en húmedas calles por las que ella había caminado.
Estaba asustado, claro. Las revelaciones no son cómodas y dejan un regusto amargo, un sueño nervioso, le dejan a uno colgada a la espalda la pesada carga que es la responsabilidad. La responsabilidad de saber. Acuciada además por la imposibilidad de comunicar en un caso como el de Salvador, porque imposibles de encontrar eran las palabras que describieran la visión, la comprensión de que todas ellas eran herederas de Ella.
Miraba el techo y cerraba los ojos de vez en cuando. Pensaba. Trataba de recordar pero la imagen, vana aproximación a la idea, se le escapaba de entre los dedos. Cuanto la echaba de menos, cuanto. Acababa de verla por primera vez, ni siquiera verla, acababa de comprenderla por primera vez, y quería más. No podía conformarse con descendientes aguadas e insípidas, con los vacíos aspavientos de resentidas deudoras que le confundían y maltrataban. En él crecía la necesidad de saber más sobre las líneas maestras de aquel plan.
De repente, una terrorífica duda creció a través de sus pies hasta la columna vertebral y le produjo un escalofrío. Él era también quizá una burda copia del hombre original. Una silueta reptante entre callejones de vulgaridad y mal gusto. Una sombra donde antes hubo un beso. Una mala copia, además. No tendría él oportunidad de hallarse entre los brazos de tan alta dama, pues de ello no era merecedor. Una historia de amor muerta, como todas, antes de empezar, pensó Él.
Todas las historias de amor nacen muertas porque son reflejos de la historia de amor original, verdadera, de la que todos somos hijos e hijas, una historia de amor de final trágico y buscada muerte, una historia de amor prohibido, hermosa, incomprensible, inabarcable, insaciable. Una historia de amor que, negándose a desaparecer marcada por la muerte de los amantes en tan desgraciado encuentro, se repite una y otra vez hasta el infinito, revive en nosotros, aunque nosotros, vulgares calcos desgastados por el paso del tiempo, no siempre seamos capaces de sentirlo.

domingo, mayo 22, 2005

Auorgh!

“El acto surrealista más simple consiste en salir a la calle empuñando un revólver y dispararlo al azar sobre la muchedumbre. El que no haya sentido la tentación de terminar en esta forma con el mísero sistema de envilecimiento y cretinización vigente, tiene un sitio entre esa muchedumbre y su barriga se encuentra en el punto de mira de este revólver” A.Breton
Extraído del Aurogh! Número 1 o 2, no estoy seguro.
Anarco-surrealismo o muerte! Y si me tienen que matar, que sea un policía alcohólico y más bien guapo, de métodos poco ortodoxos y al que llamen para los casos más difíciles.

jueves, mayo 19, 2005

Pócima

Doce, doce nada más y nada menos, hombres cruzaron aquella noche el umbral de su puerta. Entraban, compraban el liquido amarillento servido en pequeños tarros cerrados con un tapón de corcho, charlaban unos instantes de algo insustancial, y se iban apresuradamente.
En los frascos el líquido, espeso, apenas se movía cuando ella lo sacaba de alguno de los pequeños armarios de su despensa. Abría la puerta de madera, recubierta de un halo de misterio desde que la leyenda empezó a revolotear por el pueblo, encendía la luz de la única bombilla del cuartito tirando de un hilo, y entraba cerrando la puerta tras de sí para que los hombres quedaran a la espera, solos, en el salón.
Cuando los clientes salían, dispuestos satisfacer sus bajas necesidades, quizás con su mujer, quizás con otra, ella se quedaba sola en el salón, sentada, sonriente. No recordaba el momento exacto en el que se le ocurrió empezar la historia. Sí recuerda que fue fácil y que en pocas semanas ya llegó el primero, vacilante e inseguro, a preguntar si era cierto aquello que decían de su brebaje. Ella, claro, contestó que sí. Él compró, claro. Y en pocos meses cada noche llegaban muchos, ocho, diez, doce, y compraban y se iban, y volvían otro día, y otro. Y a ella las mujeres la miraban por la calle y la señalaban con el dedo.
Y en el brebaje solo había agua y miel.

martes, marzo 29, 2005

Ciencia y progreso (inacabado, faltan datos, etc...)

Ciencia y progreso

Uno de los muchos problemas de enfoque de la ciencia contemporánea, si puede llamarse así, es el sistemático olvido de los que perecieron derrotados en las viejas batallas libradas en nombre del progreso. Una postura como la nuestra de crecimiento constante hacia un futuro que creemos siempre mejor, en gran parte por herencia de una postura de la modernidad demostrada falsa una y otra vez, exige que los perdedores en esta carrera sean inmediatamente dejados a un lado y los vencedores alzados a los pulpitos mesiánicos del idolatrado “progreso científico”, ahora ya necesariamente entrecomillado después de un siglo veinte como el vivido. Remarquemos algunos ejemplos de esto en campos como las ciencias evolutivas o la física quántica.
Las hermosas teorías de los estructuralistas pre-darwinianos sobre la adaptación de los comportamientos de las especies a los cambios en la forma de sus cuerpos regidos por un “arquitecto de las formas” superior han sido apartados de la ciencia seria simplemente por ser falsos. Después de ellos, Lamarck y Darwin demostraron que los cambios en la forma de las especies en la evolución son posteriores a los cambios en el comportamiento, es decir, que los cambios en la forma no se rigen por los designios de ningún demiurgo de lo plástico o de lo útil, sino por las necesidades de los organismos de adaptarse a los cambios en el ambiente. Una vez apartados los estructuralistas de las ciencias “serias” sobre la evolución Lamarck fue a su vez derrotado por Darwin y relegado a un sempiterno segundo plano. Lamarck mantenía que las necesidades ambientales impulsaban al organismo a anteponer ciertas modificaciones a otras en función de su utilidad evolutiva (herencia de los caracteres adquiridos, los organismos cambian creativamente en aras de la utilidad y estas mejoras son transmitidas a la descendencia), pero Darwin demostró que los cambios genéticos (por utilizar un término contemporáneo) son solo fruto de la buena o mala fortuna de los organismos particulares enfrentados a un medio particular, en la jugada de dados eterna entre las especies y los ambientes. Sobreviven las especies que tienen la suerte de ser mejores. Naturalmente, el perdedor de esta batalla, quizás algo menos perdedor que sus predecesores estructuralistas, fue si no bien olvidado sí instalado en un segundo plano en favor del progreso. Una prueba tan trivial como aplastante de esta relegación acaba de aparecer por sorpresa ante mis ojos al escribir estas líneas, Darwin es una palabra conocida por el corrector de idioma de mi ordenador, incluso siendo un nombre propio, en cambio Lamarck está subrayado en rojo en todo el texto, irreconocido e inexistente. El producto estrella del progreso contemporáneo, el ordenador personal, está de acuerdo conmigo.
Esta glorificación de la verdad de Darwin contra la falsedad de la existencia de una “arquitectura de formas” es posible que nos haya acercado al conocimiento de nosotros mismos, pero el olvido a que ha sido sometida la teoría estructuralista de la evolución en frente de la funcionalista nos ha privado de una bella forma de entender la naturaleza.
En un campo si cabe más complejo, al menos para alguien de letras como yo, la física quántica, este desprecio por los perdedores es incluso más salvaje, a veces con resultados imprevisibles. El enigma de nuestra época en lo que refiere a la comprensión de nuestro universo se encuentra en las partículas subatómicas que definen o deberían definir los comportamientos de toda materia regida por las leyes de la física. El problema aparece cuando no solo somos prácticamente incapaces de comprender las relaciones, las reacciones y las fuerzas que rigen estas partículas sino que además parece que éstas se enfrentan directamente a la teoría de la relatividad. El hecho de que las enormes energías que conducen a los planetas por sus órbitas (Leyes de Newton) se contradigan con el de las tan o más enormes energía que mantienen, por ejemplo, unidas las partes de los átomos nos desorienta y nos deja, por decirlo de alguna manera, desnudos de nuevo ante el universo.
A mediados del siglo pasado un joven estudiante de física empezó a elaborar una teoría tomando como base un antiguo manuscrito sobre física encontrado prácticamente abandonado en el fondo de un cajón en una biblioteca. Esta teoría, mejorada y redefinida con el tiempo por otros, es conocida como la “teoría de cuerdas” y se centra en una fórmula de imposible comprobación que relaciona y hace compatibles las leyes de la física newtoniana y las leyes de la física subatómica (teoría de la unificación). En este punto y sin adentrarnos más en las consideraciones físico-matemáticas de esta teoría por no ser importantes para este escrito volvemos al tema que nos ocupa. La fórmula base para una teoría recuperada a finales del siglo veinte y que está vigente ahora mismo en cuanto a discusión viva y palpitante de la física contemporánea fue apartada, olvidada, defenestrada de la ciencia de la modernidad hace más de dos siglos y permaneció oculta en un cajón hasta los mediados del siglo veinte. Se despreció una teoría que, puede ser o no ser falsa, pero que ahora mismo centra de nuevo las investigaciones de algunos de los físicos más importantes, mal que les pese a algunos, de la actualidad. De nuevos nos hallamos ante el rígido desprecio por lo no comprobado, o por lo falso, o por lo que no se ajusta a nuestra forma de conocer el mundo heredado, en este caso “realmente” heredado en forma de documento, de la modernidad. Este desprecio en la “teoría de cuerdas” puede, además, acabar por darnos alguna sorpresa, pues la nueva “Teoría de las supercuerdas” se alza cada vez con más apoyo entre jóvenes científicos y está solo a la espera de un experimento dentro de lo posible para modificar para siempre nuestra forma de entender el universo (orden de partículas subatómicas, división en nuevas dimensiones, conceptos de espacio-tiempo, etc...).
El problema, de todas formas, no es que una teoría despreciada y olvidada pueda sentar la base para el novísimo conocimiento, aunque este es parte del problema. El mayor defecto es precisamente este punto de enfoque anclado en una obsesión por la superioridad de nuestra cultura que es un síntoma de la vieja ansia de dominación destapada durante el siglo veinte por muchos, entre ellos Adorno o los post-estructuralistas. Nuestra ciencia es incapaz de entender la no razón, la falta de peso del concepto de verdad, la belleza del error, el horror del que es capaz la técnica y muchos otros “hechos conceptuales” (aquí me tomo cierta libertad lingüística, lo sé), que aplastan nuestra visión del mundo y por extensión de nosotros mismos. No aceptar la falsedad en el proceso científico, exigir empirismo cuando no es exigible en absoluto, apartar de nuestra biografía científica a los que después de muchos esfuerzos han tenido que ver como sus teorías eran rebatidas, no es solo causa de sino consecuencia de una visión obsoleta y marcada por la desgracia de la ciencia, una visión dibujada con conceptos tan vacíos como progreso, orden o verdad.

miércoles, marzo 23, 2005


Granada 2005

sábado, febrero 19, 2005

Despertar I




Entre la lámpara, dorada, y un libro de cubiertas de piel negras descansaban sus gafas recostadas sobre las dos patillas, con los gruesos cristales sucísimos mirando al techo. Las sábanas se pegaban a la piel con el calor del sol de media mañana, una almohada estaba en el suelo a un lado de la cama, la lámpara se quedó encendida toda la noche. La luz entraba entera a través de los ventanales sin persianas y abiertas de par en par, con ella entraban también algunos coches viejos que sonaban a lo lejos y los pájaros mañaneros. A veces con ese primer vistazo inocente de recién despierto, cuando todavía no somos conscientes de la mañana que viene con los ojos abiertos, todavía nos parece todo precioso, todo igual de lleno y sin tiempo, y es entonces cuando el sonido de un motor de camioneta se parece tanto al sonido de un pájaro amarillo. Se hace difícil diferenciar así entre todas las cosas que nos dan la bienvenida al mundo.
-¿Estás despierta?- También estas palabras le sonaron como un autobús que se aleja por un camino de arena a última hora de la noche. Se fueron tranquilamente a algún rincón de su cabeza y siguió durmiendo. Apartó las sábanas que la asfixiaban con los pies y sus pechos quedaron al descubierto, el aire caliente rozó unos segundos su piel y luego, empujado de nuevo hacia abajo, se pego a su cuello.
-¿Carla, estás despierta?- Ya había pasado demasiado tiempo desde el despertar, y estas palabras sí le llegaron con normalidad. Odiaba ese momento. Hubiera querido pasarse toda la vida o tumbada en la cama a oscuras, a punto de dormirse, con esa paz que da el día que irremisiblemente se acaba, o recién despierta, cuando el velo del sueño todavía la cubría y confundía los pájaros con motores de combustión. -Si, cariño, estoy despierta.- Su voz, como siempre, fue una sorpresa.

martes, febrero 01, 2005


ELEUTERIO SÁNCHEZ
(EL LUTE)
Nacido en una familia de merchante, con 20 años robó un par de gallinas, por lo que estuvo seis meses en prisión. Tres años después participó en el atraco contra una joyería, en el curso del cual murió el vigilante. Condenado a muerte por un consejo de guerra, la pena le fue conmutada por 30 años de cárcel. Protagonizó dos fugas espectaculares en 1966 y 1971. La acumulación de sus 97 causas suponía una pena de más de un millar de años. En 1981 se le concedió un indulto general a todos los efectos.

Camina o revienta! El Lute es el puto amo.

miércoles, enero 26, 2005

Salvador---->Parte 1: Se marcha de Barcelona


Salvador evitaba desde siempre las calles con nombre de persona. Eso, desde luego, no facilitaba su vida en las grandes ciudades, así que recién acabada su adolescencia tuvo que hacerse a la idea de que debía mudarse a algún pueblecito. Así al menos no corría el peligro de bajarse de algún metro distraído y romper su voto sin quererlo.
Escogió un pueblo inocente de la Cataluña interior, relativamente a medio camino entre Gerona y Olot, en la Garrotxa.

Es ésta tierra de volcanes apagados y verdes aún más apagados, repartidos entre el verde oscuro de las hojas de los sauces y el verde casi marrón de los hongos que crecen en sus troncos. También es lugar de ríos frescos y salvajes recortados contra las frías rocas de los barrancos. De noches silenciosas rellenas de animales que pasean por aquí y escarban una madriguera por allá.

El pueblecito solo tenía tres calles, la de la Ida, la de la Vuelta y la Calle Mayor, y formaban una F. Los nombres los habían escogido los propios habitantes, trescientos sesenta y cinco en total el día de la asamblea, allá por finales de los años cuarenta, después de una profunda reflexión sobre lo que habían vivido y lo que les quedaba todavía y después de decidir mantenerse tan al margen del resto del país (y del mundo en general) como pudieran. Eso no significaba que rehusaran aceptar nuevos vecinos, y Salvador era buena prueba de ello, pero sí renunciaron al teléfono, al servicio de correos y a todas las suscripciones de gente del pueblo al Reader’s Digest.

domingo, enero 23, 2005


Monty Python

viernes, enero 21, 2005

Ayer

Ayer llamaban a la puerta y yo, desde la cama, dejaba que los golpes se perdieran en el eco del patio interior. Tapado con una sábana y desnudo cerré los ojos y apreté los puños. Durante unos segundos el techo desconchado en muchos puntos quedó todavía en mi retina, verde y gris por partes, con manchas de humedad. Y después, de repente, todo negro.
Me asomaba al balcón de una vieja edificación colonial sobre alguna selva espesa, densa como si hubiera sido tejida para guardar del frío una tierra desnuda y viva, palpitante, en extremo sensible a las idas y venidas del cielo injusto. La luz del sol de mediodía se envolvía en una bruma verdosa al llegar a las copas de los árboles y se perdía en la inmensidad del paisaje. En el horizonte, la luz se azulaba recortada por los perfiles de la montañas. De vez en cuando, un pájaro colorido, a veces verde, a veces rojo y amarillo, surgía de entre la espesura y volaba unos cientos de metros a poca altura y graznaba. Pocos segundos después, volvía a sumergirse en el verdor.
El balcón de roca blanca brillaba intensamente el mediodía, envolviéndome. A sus extremos dos columnas talladas con figuras humanas en danza, abrazadas o cogidas de la mano siguiendo los compases de alguna incomprensible música pétrea. Mi desnudo ridículo envuelto en luz blanca y enfrentado a la inmensidad del cuerpo que el mundo contiene.
Ayer abrí los ojos y las manchas de humedad seguían allí, el que llamaba se había ido y yo me pregunté qué hora sería. El recuerdo de mi sueño volvía intermitentemente y me pinchaba el corazón. Lo encogía. Volví a cerrar los ojos, y a cada pinchazo un haz de luz roja cruzaba el espacio en negro entre mis párpados y mi pupila. Volví a dormirme. Serían sobre las seis de la tarde.

sábado, enero 08, 2005


Las curiosas formas de apareamiento del lince ibérico, la danza de cortejo ritual que precede a la cópula. Hazme tuyo! Hazme tuyo!

miércoles, enero 05, 2005


Early Stooges

martes, enero 04, 2005


2002

Frank's wild years (Mr Tom Waits)

Well Frank settled down in the Valleyand, hung his wild years on a nail that he drove through his wife's forehead. He sold used office furniture out there on San Fernando Road and assumed a $30,000 loan at 15 1/4 % and put down payment on a little two bedroom place. His wife was a spent piece of used jet trash made good bloody marys kept her mouth shut most of the time, had a little Chihuahua named Carlos that had some kind of skin disease and was totally blind. They had athoroughly modern kitchenself-cleaning oven (the whole bit). Frank drove a little sedan they were so happy. One night Frank was on his way home from work, stopped at the liquor store, picked up a couple Mickey's Big Mouths drank 'em in the car on his wayto the Shell station, he got a gallon of gas in a can, drove home, dousted everything in the house, torched it, parked across the street, laughing,watching it burn, all Halloween orange and chimney red then Frank put on a top forty station, got on the Hollywood Freeway headed north.
Never could stand that dog

Sin título, por obligación

No sé a quien pretendo engañar, no lo sé. Sí, esto parecía buena idea al principio, pero ahora, ahora estoy asustado y todo empieza a desmoronarse. A mi alrededor las calles parecen cada día más vacías y ya nadie quiere hablar conmigo. La mujer del kiosco siempre tiene la cabeza metida entre las páginas de algún suplemento cuando paso yo y los jubilados sentados en el banco, antes siempre tan sonrientes, simulan estar hablando con alguna paloma despistada cuando cruzo cabizbajo la vieja Plaza de los Motes. Hasta parece que la cara torcida y llena de cagadas de paloma de la estatua que preside la plaza me mire más pétreamente que antes. Sí, estoy seguro, me estoy quedando solo.
El cielo es gris porque el reflejo de los edificios viejos de estas calles estrechas no le deja ser de otro color. Los charcos de humedad que se forman eternos en las rendijas entre las losas de estas calles no serían buenos compañeros de viaje. Mi soledad va a necesitar quien la acompañe, al menos los primeros tiempos, sino, no se como vamos a soportarlo, ella y yo, sin nadie más. Nos hundiremos otra vez en la mísera beneficencia sentimental que son los cines pornográficos. Otra vez mendigaremos palabras amables en sillones oscuros y pegajosos y otra vez a cambio ofreceremos pobre contacto físico. Sobrevalorado siempre, aprovechado casi nunca. Que estúpida y vacía y burra volverá a ser nuestra vida. Qué bonito es que te digan que te quieren, que eres hermoso, verdad? Que te estaban esperando, llevan toda la tarde esperándote. Por ti. Y te sientas y te sueltas y las palabras son como maquillaje del bueno para soledad. Ella, arreglada, te da las gracias y desaparece un rato. Horas pueden pasar así sin uno darse cuenta. Y es que el tiempo con soledad no corre, gatea, y en cambio el tiempo con compañía vuela.

lunes, enero 03, 2005


Lya de Putti
Recuerdo

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Vaya,Vaya